Otro día de carretera. O, mejor dicho, de vías. Ocho horas de tren, bocadillos fríos y campos infinitos de girasoles para cubrir los 375 kilómetros que separan Belgrado de Budapest. Incluyendo dos paradas en la frontera para la revisión de pasaportes que nos han detenido alrededor de hora y media en total. El aire acondicionado del tren ha estado apagado toda la mañana y aquello parecía una sauna. Por la tarde, al cruzar la frontera, lo han encendido. No sé si no tenía fuerza o estaba muy bajo pero la verdad es que la situación no ha mejorado mucho. Hemos llegado a la estación de Keleti a las 18:15.
En Budapest he ido directamente al céntrico hotel Carat Boutique, donde mi padre ha reservado dos habitaciones. Mis padres y mi hermana han llegado esta noche de madrugada y vamos a pasar una semana juntos en Budapest. Habitación de hotel de verdad, con aire acondicionado, tv, internet, minibar, baño con secador, gorrito de ducha, toallas… y desayuno buffet incluido. A todo tren.
Me he duchado varias veces para quitarme la mugre acumulada y he escrito una entrada del blog (la del día 10). Sobre la una de la mañana ha llegado la familia y les he llevado al cercano y conocido Gödör a tomar una cerveza rápida, para dormir bien.
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