Poniendo el pie en Dinamarca

domingo, 2 de noviembre de 2014

Para que el día de hoy tenga sentido he de poneros en antecedentes:

Mi esposa y yo tenemos un pacto, que consiste en visitar al menos un país nuevo al año, y si son más mejor, pero por lo menos uno. Para mi este año ha sido bastante improductivo a nivel de viajes; algo me he movido, pero siempre en países en los que ya había estado. Mi tranquilidad está en saber que acabaré el año en Colombia, que será mi país nuevo de 2014. Sin embargo Colombia no es un país nuevo para Juliana. De hecho ella nació y pasó casi toda su vida allí. Así que si no le poníamos remedio de algún modo rocambolesco Juliana se quedaría sin su país nuevo de 2014.

Y yo no podía dejar que eso ocurriera en el año de nuestra boda.

Así que antes de viajar a Alemania hablé con Armin y Dalius (los amigos que nos han invitado a Hamburgo, ver entrada anterior) para ver si era posible pasar un día en Dinamarca y que de ese modo Juliana tuviera su país nuevo (y ya de paso tener yo otro, que nunca había estado en Dinamarca).

Ellos me dijeron que era algo complicado, que había que liarla bastante y que solo podríamos pasar un par de horas o tres en una isla danesa. También dijeron que les parecía un plan estupendo para pasar el domingo. Así que lo sincronizamos todo y el día ha salido así:

06:45: estamos desayunando. Juliana sabe que nos vamos de excursión a una zona rural, pero aún no sospecha que va a Dinamarca.

07:30: salimos de casa y cogemos un coche de alquiler (un servicio que hay en Hamburgo, a lo Bicing) hasta la estación de tren.

HamburgoHamburgo

07:50: cogemos el tren a Lübeck.

10:00: llegamos a Lübeck y cogemos el tren a Puttgarden sin tiempo de ver nada.

10:45: llegamos a Puttgarden. Aquí no hay casas ni pueblo ni nada. Tan solo un muelle de tres pisos y una máquina de venta de billetes para el ferry que nos llevará a Dinamarca. Juliana aún no sospecha nada.

PuttgardenPuttgarden

11:15: el ferry llega y atraca como una lanzadera en una estación espacial. Es un barco de dos proas, así puede atracar y salir sin dar la vuelta, y en lo alto de cada una ondea una bandera. En la proa norte la danesa y en la sur la alemana. Juliana aún no sabe nada, pero sospecha algo.

11:20: subimos al ferry junto con un par de familias, por las pasarelas inferiores que han quedado enganchadas al muelle pasan motos, coches, autobuses, camiones y un tren de alta velocidad. Cuando llegamos al puente superior Juliana se queda mirando a la bandera de la proa norte. Se descubre el pastel y el barco se pone en marcha, rumbo a Dinamarca.

PuttgardenPuttgarden

12:10: llegamos al puerto de Rødbyhavn, en la isla danesa de Lolland. El objetivo de pisar un país nuevo queda cumplido.

13:00: hemos recorrido la calle principal de Rødbyhavn. Hay dos restaurantes, un kiosco/oficina de correos y un banco. Almorzamos en la excelente (y relativamente barata) pizzería local.

RødbyhavnRødbyhavn

14:12: llegamos a la playa del pueblo.

RødbyhavnRødbyhavnRødbyhavnRødbyhavn

15:25: llegamos al bosque del pueblo.

RødbyhavnRødbyhavnRødbyhavnRødbyhavn

16:15: regresamos al ferry, desde donde disfrutamos de una puesta de sol increíble.

ferry de Rødbyhavn a Puttgardenferry de Rødbyhavn a Puttgardenferry de Rødbyhavn a Puttgarden

17:05: el ferry atraca en Puttgarden. Tenemos un par de horas que matar mientras llega en tren y paseamos por el muelle (donde hay una señal del Camino de Santiago) y la tienda de productos para daneses (los impuestos son más altos allí). Es como un supermercado de alcohol y chocolatinas de tamaños lovecraftianos.

PuttgardenPuttgarden

19:00: cogemos el tren de Puttgarden a Lübeck.

19:45: llegamos a Lübeck.

20:00: cogemos el tren Lübeck-Hamburgo.

22:10: llegamos a Hamburgo.

22:30: llegamos a casa de Armin y Dalius. Hemos pasado 15 horas fuera, cuatro de ellas en Dinamarca, y el cansancio se nos ve en la cara. Mañana tenemos que madrugar, unos para coger el avión de vuelta a casa, otros para trabajar, así que nos vamos a dormir pronto.

Una visita rápida a Hamburgo

sábado, 1 de noviembre de 2014

Creo que no he comentado por aquí que hace cosa de mes y medio me casé. Y si no lo he dicho es porque no estoy aquí para hablar de mi vida privada. Y si lo digo ahora es porque es relevante para entender porqué ya no viajo nunca solo y para entender porqué estamos en Alemania. Resulta que uno de los regalos de boda ha sido un viaje. Nuestros amigos Armin y Dalius (que ya son casi habituales en este blog) nos regalaron un vale para ir a visitarlos a su casa en Hamburgo.

El caso es que este fin de semana, Juliana (que ya ha aparecido por aquí en alguna ocasión y que seguirá apareciendo de forma rutinaria) y yo no teníamos nada mejor que hacer. Así que hemos cobrado el vale y nos hemos plantado en la residencia de nuestros amigos y sus gatos.

HamburgoHamburgo

Siempre me ha parecido curioso que los puertos más importantes de Europa estén en ciudades que no se encuentran en la costa. Róterdam, el más grande, al menos está cerca del mar del Norte, pero Hamburgo, el tercero, se encuentra en las orillas del río Elba, a más de setenta kilómetros del mar más cercano (el del Norte, también). Su única ventaja es que está ochenta kilómetros (por canales navegables) del mar Báltico. Supongo que servir de conexión entre los dos mares le ha dado la posición de tercer puerto europeo por volumen de carga que ostenta con orgullo.

HamburgoHamburgo

La gran ventaja de hacer turismo con locales es que ellos se saben trucos interesantes, como la mejor manera de recorrer el río por poco dinero: desde el centro (St. Pauli) se puede coger el barco número 62, que es una linera regular y con precio de autobús urbano. Este barco va hacia el oeste, por el río Elba, llega hasta las afueras de la ciudad y luego regresa hasta el mismo muelle de St. Pauli, de modo de que (si no te bajas del barco) por el precio de un pasaje se hace un recorrido turístico muy pintoresco.

HamburgoHamburgo

2014_1031_152917AADesde ese mismo muelle se puede llegar caminando hasta la zona de Reeperbahn, que es el barrio rojo de Hamburgo. La misma calle Reeperbahn tiene un cartel que prohíbe la entrada a menores de 18 años y a mujeres (salvo que trabajen allí), así que os podéis imaginar el tipo de sordideces que habrá allí. Sordideces que, por otra parte, toda buena ciudad portuaria debe tener si no quiere ser tachada de rara por las demás ciudades portuarias del Club de Ciudades Portuarias del Mundo. Lo cierto es que nosotros no nos adentramos mucho en la zona y me quedé sin conocer la clase de sordideces que se ocultan tras los biombos que protegen la calle Reeperbahn, pero sí que alcanzamos a comernos unas salchichas con curry (currywurst) y ver un edificio que nos dejó impresionados. Os presento al que seguramente sea el único McDonald’s-prostíbulo del mundo:

Reeperbahn, Hamburgo

Alucinante, ¿no?… En fin, seguimos: el lago Aussenalster es un gran cuerpo artificial de agua que marca el paseo favorito de los Hamburgueses. Las riveras ajardinadas son perfectas para pasear en bicicleta y las aguas se llenan los fines de semana (sobre todo los fines de semana veraniegos, como este) de barcos de vela y canoas.

lago Aussenalster, Hamburgolago Aussenalster, Hamburgolago Aussenalster, Hamburgolago Aussenalster, Hamburgo

Merece la pena entrar al ayuntamiento para ver la fuente de la diosa Higía que hay en el patio.

ayuntamiento de Hamburgoayuntamiento de Hamburgo

Por último, quiero recomendaros HafenCity. Este es el nombre que se le ha dado a lo que eran los viejos muelles del puerto. Ahora están trabajando duramente en convertirlos en lugares transitables y modernos con oficinas, restaurantes y cosas así (como la nueva sede de la Filarmónica del Elba, que es el edificio en obras de la foto de abajo), pero preservando el sabor de lo viejuno.

HafenCity, HamburgoHafenCity, Hamburgo