Hasta la vista, Estambul

lunes, 11 de marzo de 2013

Demasiado corto. Son las dos palabras que me vienen a la cabeza cuando pienso en como resumir este viaje. Demasiado corto.

Es cierto que hemos visto mucho de lo que hay que ver aquí, incluyendo casi todos los grandes hitos turísticos. Pero lo hemos logrado a costa de un desgaste físico y mental bastante importante. Estambul es una ciudad que merece mucho más tiempo, para saborearla con tranquilidad, para que las imágenes de cada mezquita, mercado o rincón no se agolpen en la retina como si vivieras en un videoclip de Peter Gabriel.

Una semana completa, siete días, sería lo mínimo para poder ocupar una mañana entera recorriendo los mercados callejeros que hay alrededor del Gran Bazar. Para poder dedicar una tarde a ver los barcos navegando por el Cuerno de Oro junto a los pescadores del puente Galata. Para poder pasar un día en el lado asiático. Para, quizás, visitar algún museo más; el de Florence Nightingale, el Naval, el Arqueológico, el de Caligrafía…

Pero no me quejo. Estoy satisfecho con el viaje. Creo que hemos aprovechado los cuatro días que teníamos de la mejor manera posible. El tiempo ha sido benigno, se anunciaban lluvias para casi todos los días y tan solo nos ha llovido un poco el sábado. Bueno, y esta mañana, pero hoy ya no importa. Hoy tan solo hemos recorrido, con las maletas, la calle por donde pasa el tranvía en busca de suvenires en los que gastar nuestras últimas liras.

Ha sido un viaje memorable a una ciudad a la que hay que volver. Sin duda.

Y, para terminar, unas fotos:
1- Isa desayunando en el comedor del guesthouse Tulip.
2- Vistas sobre el Bósforo desde el comedor del guesthouse Tulip.
3- Hasta otra, Hagia Sofía.

desayuno en el Tulip, Estambulvistas desde el Tulip, EstambulHagia Sofía, Estambul

Estambul, día 4: echando el resto

domingo, 10 de marzo de 2013

Hoy nos hemos arrastrado por la ciudad a duras penas. Gastando toda la energía que nos quedaba por gastar y ajustando los gastos para evitar tener que cambiar más divisa.

A las nueve y media pasábamos por delante de la larga hilera de turistas que esperaban para entrar en Hagia Sofía con la satisfacción que da el haber sido más listos y madrugadores el día anterior y seguimos camino hacia la Cisterna Basílica. La cisterna se encuentra, como buen depósito de agua, por debajo del nivel del suelo y hay señales en la calle indicando la dirección de la entrada que llevan hasta un montículo con una columna, donde no hay entrada a ningún sitio. Desde el montículo se divisa la parte de atrás de una casilla de una planta a la que no apunta ninguna señal, pero que es, de hecho, la entrada a la cisterna. Dejando Hagia Sofía detrás esta caseta está a la derecha, que lo sepáis.

Cisterna Basílica, EstambulLa Cisterna Basílica es la más grande de todas las que hay en Estambul (que parece que son muchas). Se construyó en el siglo VI, tiene 9.600 metros cuadrados y la bóveda está sostenida por más de trescientas columnas de mármol de nueve metros de altura. Y la entrada cuesta solo cuatro euros. Los turcos la llaman el Palacio Sumergido, pero a mí me recuerda más a una catedral, con tanto arco y columna. El fondo está cubierto por menos de medio metro de agua (¡Donde viven peces!) y la visita es posible gracias a unos pasillos de madera instalados por encima de este nivel que recorren todo el recinto. La iluminación es tenue, en una diversidad de colores suaves que dan solemnidad al lugar, y hay una música de fondo constante y machacona que a mí personalmente me acabó irritando un poco. Los hitos más interesantes, aparte del propio lugar (básicamente en sí mismo como tal), son:
1- la columna de las lágrimas, que es totalmente diferente a las demás, con grabados que dicen por ahí que parecen lágrimas pero que a mí me parecen espermatozoides. Y, por supuesto,
2- las cabezas de medusas. Hay dos de ellas, en columnas contiguas al final de la cisterna, una está boca abajo y la otra de lado. Aunque la leyenda dice que están puestas así para inutilizar el poder de petrificar con la mirada que estos seres mitológicos tienen, lo más probable es que estén en esa postura porque es la posición correcta que les permite soportar las columnas correctamente.

Cisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, Estambul

San Salvador en Chora, Estambul Tomando un tranvía nos plantamos en el exterior de la muralla romana que rodea la ciudad y un segundo tranvía que va en paralelo a esta muralla nos dejó en las proximidades del Museo Kariye. Antes de entrar compramos unos rollos de hojaldre con queso y patata en una pastelería y, mientras lo saboreábamos en la calle, unas chicas de unos dieciséis años se nos acercaron tímidamente para ver si podían hacernos una entrevista, parece ser que era un trabajo para su clase de Inglés. Mientras una de ellas filmaba y otra miraba, la tercera me iba haciendo preguntas que tenía memorizadas sobre mi procedencia y mis opiniones sobre Estambul y Turquía. Estoy seguro de que ninguna de ellas entendió ni la mitad de lo que dije, pero espero que les sirva para su clase. Al terminar nos sacamos una foto con la entrevistadora y las chicas nos regalaron un marco de fotos de esos de los chinos.

El Museo Kariye está en una iglesia bizantina, San Salvador en Chora, que fue erigida originalmente en el siglo V pero que ha sido modificada y reconstruida varias veces desde entonces. La decoración interior que le da fama es del siglo XIV. Y es una fama justa y necesaria, los frescos y los mosaicos que adornan los muros y techos del templo son espectaculares. El más famoso representa a Jesús sacando a Adán y Eva de sus sepulcros en el Infierno para llevarlos al Cielo. Debajo podéis ver una imagen a toda página y, más abajo aún, otras instantáneas del lugar para que lo juzguéis por vosotros mismos.

San Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, Estambul

mezquita Mihrimah Sultan, Estambul Al salir de Chora nos hemos dado un paseo por el barrio y hemos entrando en la mezquita Mihrimah Sultan, construida por el arquitecto favorito del los niños, Sinan, para la hija favorita de Solimán el Magnífico. La mezquita ha sufrido mucho el paso del tiempo y terremotos y está toda rodeada de andamios, pero el interior está ya restaurando y realmente merece la pena entrar a echarle un vistazo. En el paseo por el barrio hemos parado a tomar tés y limonadas en un par de bares y hemos curioseado por comercios locales. Todo el paseo ha sido en una suave bajada. Hemos entrado en otra mezquita que nos parecía sospechosamente conocida… era la mezquita de Fatih, en la que estuvimos el jueves. No puedo resistirme a poner aquí las fotos panorámicas que saqué el jueves pasado (izquierda) y la de hoy (derecha). Parece que me plagio a mí mismo.

mezquita de Fatih, Estambul (jueves, 7 de marzo de 2013mezquita de Fatih, Estambul (domingo, 10 de marzo de 2013

palacio de Topkapi, EstambulComo a partir de allí ya lo habíamos cubierto todo el jueves, nos subimos a un autobús y nos plantamos otra vez en la plaza Sultanahmet. Se nos hacía tarde, pero aun nos quedaba un último hito para poder dar por finalizado el viaje. El palacio de Topkapi. 10€ de entrada que, eso no lo sabíamos cuando entramos porque no lo dice en ninguna parte, no incluye la visita al harem (esta son 6€ más, que no pagamos porque no teníamos tiempo suficiente para verlo todo). Cuando entramos eran las tres y media pasadas y no sabíamos lo que teníamos por delante, así que nos lo tomamos con calma; paseo por los jardines, entrando en cada pequeño pabellón, palacio de Topkapi, Estambulhabitación o quiosco. Disfrutando de cada baldosa de cerámica, de cada puerta de madera y nácar y de la decoración de cada fuente. Para cuando nos quisimos dar cuenta quedaba media hora para el cierre y nos quedaba casi todo por ver. Deprisa y corriendo visitamos las colecciones de relojes y armas (donde está la espada de San Esteban, cristianizador de Hungría) y las salas del tesoro, en los cuales se encuentran reliquias del profeta Mahoma (pelos de su barba, su espada, una copa de la que bebió una vez, un molde de su pie izquierdo…), la espada de David, la vara de Moisés… me da que muchas de estas supuestas reliquias son falsificaciones. Sobre todo la vara de Moisés, que parece que fue arrancada de un árbol ayer por la mañana. En la última sala que pudimos visitar antes de que nos echaran de allí está, entre montones de esmeraldas y diamantes “menores”, el diamante del cucharero, el tercero más grande del mundo.

palacio de Topkapi, Estambulpalacio de Topkapi, Estambul palacio de Topkapi, Estambulpalacio de Topkapi, Estambulpalacio de Topkapi, Estambulpalacio de Topkapi, Estambul

Y eso es todo lo que ha dado el día de sí, que no es poco. Para cenar hemos vuelto al restaurante Buhara 93, donde comimos ayer y que sigue siendo nuestro favorito de Estambul.

Estambul, día 3: a lo grande

sábado, 9 de marzo de 2013

mausoleo de EstambulOtro día madrugando. A las nueve de la mañana estábamos entrando en el recinto de la cara Sudoeste de Hagia Sofía donde se encuentran cinco mausoleos construidos entre los siglos XVI y XVII para sepultar a sultanes y familiares (entrada gratuita). Todos ellos son como pequeñas mezquitas magníficamente decoradas y llenas de sarcófagos de diferentes tamaños cubiertos con telas verdes. La visita ha sido más breve de lo que el lugar merece porque teníamos algo de prisa por entrar lo antes posible en Hagia Sofía, sobre todo por evitar aglomeraciones.

 

 

 

Hagia Sofía, EstambulHagia Sofía, Divina Sabiduría, el que fuera edificio más imponente del mundo durante casi mil años. Construido en el siglo VI, por orden del emperador romano Justiniano. Tiene una cúpula que alcanza los 56 metros de altura y casi 32 de diámetro, tiene columnas portentosas, impresionantes frescos y magníficos mosaicos… el único problemilla es que un tercio de su superficie interna tiene un andamio rodeado por una valla de madera que quita algo de encanto al conjunto. Hemos paseado con calma por el interior, saboreando cada paso. A pesar de que ya había bastante gente a esa hora el lugar impresiona, mucho. Cuando hemos subido a la galería superior el lugar empezaba a masificarse. En esta galería están casi todos los mosaicos que se conservan. Estos mosaicos, como los frescos originales, fueron tapados en el siglo XV por el sultán Mehmet, cuando este conquisto Constantinopla. El templo fue usado como mezquita hasta 1931, cuando Atatürk lo convirtió en museo, destapando otra vez lo que quedaba de la decoración original para goce y disfrute del mundo. Y, para muestra, unas fotos.

Hagia Sofía, EstambulHagia Sofía, Estambul2013_0309_094340ABHagia Sofía, EstambulHagia Sofía, EstambulHagia Sofía, EstambulHagia Sofía, Estambul

Pequeña Hagia Sofía, Estambul Tras tal sobredosis de magnificencia, aun sobrecogidos, hemos emprendido camino hacia el Sur, para visitar la pequeña Hagia Sofía. Nos hemos perdido un poco, con la fortuna de toparnos, sin querer, con la mezquita de Sokollu Mehmet Pasha, construida por el prolífico Sinan para el visir que le da nombre. No es demasiado grande, pero los azulejos decorados con motivos florales en azul y verde son muy interesantes. La Pequeña Hagia Sofía es una mezquita que, como su hermana mayor, fue creada como iglesia cristiana en el siglo VI. El apelativo se debe a que su estructura se usó como modelo para construir Hagia Sofía. Como maqueta, más bien, porque la diferencia de tamaño es notable. El edificio original ha sufrido muchos cambios desde que se transformó en mezquita en 1505; lo que ahora existe es una pequeña mezquita, con una decoración delicada y sutil que da un relajante contrapunto a todo lo que hemos visto hasta ahora en esta ciudad.

mezquita de Sokollu Mehmet Pasha, EstambulPequeña Hagia Sofía, Estambul

Cuando íbamos en busca de un restaurante, camino de la mezquita Azul, ha empezado a llover y nos hemos metido en el primer sitio que hemos visto. El Buhara 93 es un sitio muy apañado, justo detrás de la mezquita Azul y a dos pasos de la zona donde está el hotel (nota para cenas).

mezquita Azul, Estambul La mezquita del Sultán Ahmed, más conocida como mezquita Azul, la construyó el susodicho en el siglo XVI, justo enfrente de Hagia Sofía. tiene elementos arquitectónicos otomanos y algún pequeño plagio al templo de enfrente. La cúpula “solo” tiene 43 metros de altura y 23 de diámetro, pero para compensar tamaño tan ridículo los constructores se liaron a poner azulejos de cerámica hechos a mano con diseños de flores y plantas variadas con mucho azul hasta que les sangraron las manos. También decoraron el lugar con textos del Corán escritos en pan de oro por los mejores calígrafos del imperio. Con fondo azul, claro. Y, aunque sin duda el azul es el color predominante, he de decir que tambien hay mucho rojo y verde. Hemos pasado aquí un buen rato, haciendo la digestión sentados en el suelo alfombrado.

 

mezquita Azul, Estambulmezquita Azul, Estambul mezquita Azul, Estambulmezquita Azul, Estambulmezquita Azul, Estambulmezquita Azul, Estambul

El cansancio hacía mella y de la mezquita nos hemos ido a tomar un té tranquilamente y de ahí a cenar en un sitio donde me han confirmado que aquí los kebab no llevan salsa, no entiendo a esta gente. Para terminar la jornada apropiadamente nos hemos metido en Edebiyat Kıraathanesi, una cafetería-pastelería de la cadena Hafiz Mustafa donde nos hemos tomados un pudding de chocolate y otro de pistacho y crema sencillamente espectaculares. Y no demasiado caros.

Edebiyat Kıraathanesi, EstambulEdebiyat Kıraathanesi, Estambul

Notas:
1- La entrada a Hagia Sofía cuesta 10€, la mezquita Azul, al ser usado aun como templo, es gratis.
2- Creo que no lo he dicho aun, y no sé si es necesario a estas alturas, pero todas las fotos de esta y las demás entradas del viaje se pueden ver a mayor resolución en la galería enlazada a la derecha de estas líneas.