Llegamos a Estambul

miércoles, 6 de marzo de 2013

Esta semana comienza un nuevo periodo en mi vida (aunque de esto ya tendré tiempo de hablar en otra ocasión). Y no hay mejor forma de celebrarlo que con una escapada de unos días a cualquier sitio. Y cualquier sitio, ahora mismo, es Estambul.

Creo que es una ciudad que no necesita mucha introducción, y además voy a estar hablando extensivamente de ella durante los próximos días. Pero quien si necesita introducción es Isabel, una amiga cordobesa que me acompaña en esta pequeña aventura y que (creo) no ha salido aún en este blog. Seguramente la mencionaré a menudo durante estos días, y a lo mejor hasta sale en fotos y todo. Así que, lector, te presento a Isa. Isa, lector. A mi ya me conocéis los dos. Un placer, como siempre.

Estambul Hechas las correspondientes presentaciones de los personajes, volvemos a Estambul; a mi, personalmente, lo primero que me ha llamado la atención, desde el avión, es el tamaño. Kilómetros y kilómetros de edificaciones todas juntitas unas a las otras. Una vez en el tranvía que lleva hasta el centro de la ciudad lo que destaca es la cantidad de mezquitas que hay, están por todas partes. Y, ya llegando a nuestra parada, y con la noche cayendo rápidamente, hay que destacar las tiendas de alfombras y lámparas y los puestos de comida y restaurantes por doquier. Y todo esto sin que baje la densidad de mezquitas. Debía ser hora punta, porque el moderno y rápido tranvía iba lleno. Y, como última nota de ambiente, aunque se ven algunas mujeres con velos y hombres con gorros (kufis, creo que se llaman) y chilabas, la mayor parte de la gente viste con un estilo parecido al de cualquier otra ciudad europea.

plaza Sultanahmet, EstambulNos hemos bajado del tranvía en la estación de Sultanahmet y hemos cruzado la plaza Sultanahmet, que está entre los dos grandes iconos del panorama urbano estambulita (Hagia Sofia y la mezquita Azul), para acceder al principal gueto turístico de Estambul, que se encuentra entre estos dos edificios y el Bósforo. Hemos tomado posesión de nuestra habitación en el Tulip Guesthouse, un lugar bastante apañado en el que la habitación doble con desayuno cuesta algo menos de 30€ la noche.

Cuando hemos salido ya era de noche, hemos bajado por la calle que bordea la muralla del palacio de Topkapi hasta el Cuerno de Oro. Hemos cenado en un garito que ha supuesto la primera decepción gastronómica. Aquí a los kebabs no les echan salsa (o eso nos han dicho) y tienen mucha menos cantidad de carne y verduras que los que hacen en España. Así que queda mucha masa y poco contenido, que además está seco, y hace falta mucho refresco para engullirlos.

mezquita Sultanahmet (Azul), Estambul Hemos regresado al hotel dando un rodeo por unas callejuelas llenas de comercios que deben ser muy animadas durante el día. Pero a estas horas (nueve y media de la noche) los comercios están cerrados, los comerciantes y clientes están en sus casas y las calles son oscuras, tétricas y silenciosas. La situación ha sido tan extraña que ni se me ha ocurrido sacar una foto. Una pena, porque sería interesante tener alguna para comparar con las que saquemos cuando pasemos por aquí de día.

Nota: Merece la pena obtener una tarjeta de transportes Istanbulkart. Cuesta 10 Liras (4 de crédito y 6 retornables) y sirve para acceder a los transportes públicos a un precio algo más barato que con billetes individuales, pero sobre todo te ahorra andar comprando estos billetes individuales cada vez que vas a coger un tranvía, autobús o ferry. Además no es personal (podéis comprar una para todo el grupo).

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