Estambul, día 4: echando el resto

domingo, 10 de marzo de 2013

Hoy nos hemos arrastrado por la ciudad a duras penas. Gastando toda la energía que nos quedaba por gastar y ajustando los gastos para evitar tener que cambiar más divisa.

A las nueve y media pasábamos por delante de la larga hilera de turistas que esperaban para entrar en Hagia Sofía con la satisfacción que da el haber sido más listos y madrugadores el día anterior y seguimos camino hacia la Cisterna Basílica. La cisterna se encuentra, como buen depósito de agua, por debajo del nivel del suelo y hay señales en la calle indicando la dirección de la entrada que llevan hasta un montículo con una columna, donde no hay entrada a ningún sitio. Desde el montículo se divisa la parte de atrás de una casilla de una planta a la que no apunta ninguna señal, pero que es, de hecho, la entrada a la cisterna. Dejando Hagia Sofía detrás esta caseta está a la derecha, que lo sepáis.

Cisterna Basílica, EstambulLa Cisterna Basílica es la más grande de todas las que hay en Estambul (que parece que son muchas). Se construyó en el siglo VI, tiene 9.600 metros cuadrados y la bóveda está sostenida por más de trescientas columnas de mármol de nueve metros de altura. Y la entrada cuesta solo cuatro euros. Los turcos la llaman el Palacio Sumergido, pero a mí me recuerda más a una catedral, con tanto arco y columna. El fondo está cubierto por menos de medio metro de agua (¡Donde viven peces!) y la visita es posible gracias a unos pasillos de madera instalados por encima de este nivel que recorren todo el recinto. La iluminación es tenue, en una diversidad de colores suaves que dan solemnidad al lugar, y hay una música de fondo constante y machacona que a mí personalmente me acabó irritando un poco. Los hitos más interesantes, aparte del propio lugar (básicamente en sí mismo como tal), son:
1- la columna de las lágrimas, que es totalmente diferente a las demás, con grabados que dicen por ahí que parecen lágrimas pero que a mí me parecen espermatozoides. Y, por supuesto,
2- las cabezas de medusas. Hay dos de ellas, en columnas contiguas al final de la cisterna, una está boca abajo y la otra de lado. Aunque la leyenda dice que están puestas así para inutilizar el poder de petrificar con la mirada que estos seres mitológicos tienen, lo más probable es que estén en esa postura porque es la posición correcta que les permite soportar las columnas correctamente.

Cisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, EstambulCisterna Basílica, Estambul

San Salvador en Chora, Estambul Tomando un tranvía nos plantamos en el exterior de la muralla romana que rodea la ciudad y un segundo tranvía que va en paralelo a esta muralla nos dejó en las proximidades del Museo Kariye. Antes de entrar compramos unos rollos de hojaldre con queso y patata en una pastelería y, mientras lo saboreábamos en la calle, unas chicas de unos dieciséis años se nos acercaron tímidamente para ver si podían hacernos una entrevista, parece ser que era un trabajo para su clase de Inglés. Mientras una de ellas filmaba y otra miraba, la tercera me iba haciendo preguntas que tenía memorizadas sobre mi procedencia y mis opiniones sobre Estambul y Turquía. Estoy seguro de que ninguna de ellas entendió ni la mitad de lo que dije, pero espero que les sirva para su clase. Al terminar nos sacamos una foto con la entrevistadora y las chicas nos regalaron un marco de fotos de esos de los chinos.

El Museo Kariye está en una iglesia bizantina, San Salvador en Chora, que fue erigida originalmente en el siglo V pero que ha sido modificada y reconstruida varias veces desde entonces. La decoración interior que le da fama es del siglo XIV. Y es una fama justa y necesaria, los frescos y los mosaicos que adornan los muros y techos del templo son espectaculares. El más famoso representa a Jesús sacando a Adán y Eva de sus sepulcros en el Infierno para llevarlos al Cielo. Debajo podéis ver una imagen a toda página y, más abajo aún, otras instantáneas del lugar para que lo juzguéis por vosotros mismos.

San Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, EstambulSan Salvador en Chora, Estambul

mezquita Mihrimah Sultan, Estambul Al salir de Chora nos hemos dado un paseo por el barrio y hemos entrando en la mezquita Mihrimah Sultan, construida por el arquitecto favorito del los niños, Sinan, para la hija favorita de Solimán el Magnífico. La mezquita ha sufrido mucho el paso del tiempo y terremotos y está toda rodeada de andamios, pero el interior está ya restaurando y realmente merece la pena entrar a echarle un vistazo. En el paseo por el barrio hemos parado a tomar tés y limonadas en un par de bares y hemos curioseado por comercios locales. Todo el paseo ha sido en una suave bajada. Hemos entrado en otra mezquita que nos parecía sospechosamente conocida… era la mezquita de Fatih, en la que estuvimos el jueves. No puedo resistirme a poner aquí las fotos panorámicas que saqué el jueves pasado (izquierda) y la de hoy (derecha). Parece que me plagio a mí mismo.

mezquita de Fatih, Estambul (jueves, 7 de marzo de 2013mezquita de Fatih, Estambul (domingo, 10 de marzo de 2013

palacio de Topkapi, EstambulComo a partir de allí ya lo habíamos cubierto todo el jueves, nos subimos a un autobús y nos plantamos otra vez en la plaza Sultanahmet. Se nos hacía tarde, pero aun nos quedaba un último hito para poder dar por finalizado el viaje. El palacio de Topkapi. 10€ de entrada que, eso no lo sabíamos cuando entramos porque no lo dice en ninguna parte, no incluye la visita al harem (esta son 6€ más, que no pagamos porque no teníamos tiempo suficiente para verlo todo). Cuando entramos eran las tres y media pasadas y no sabíamos lo que teníamos por delante, así que nos lo tomamos con calma; paseo por los jardines, entrando en cada pequeño pabellón, palacio de Topkapi, Estambulhabitación o quiosco. Disfrutando de cada baldosa de cerámica, de cada puerta de madera y nácar y de la decoración de cada fuente. Para cuando nos quisimos dar cuenta quedaba media hora para el cierre y nos quedaba casi todo por ver. Deprisa y corriendo visitamos las colecciones de relojes y armas (donde está la espada de San Esteban, cristianizador de Hungría) y las salas del tesoro, en los cuales se encuentran reliquias del profeta Mahoma (pelos de su barba, su espada, una copa de la que bebió una vez, un molde de su pie izquierdo…), la espada de David, la vara de Moisés… me da que muchas de estas supuestas reliquias son falsificaciones. Sobre todo la vara de Moisés, que parece que fue arrancada de un árbol ayer por la mañana. En la última sala que pudimos visitar antes de que nos echaran de allí está, entre montones de esmeraldas y diamantes “menores”, el diamante del cucharero, el tercero más grande del mundo.

palacio de Topkapi, Estambulpalacio de Topkapi, Estambul palacio de Topkapi, Estambulpalacio de Topkapi, Estambulpalacio de Topkapi, Estambulpalacio de Topkapi, Estambul

Y eso es todo lo que ha dado el día de sí, que no es poco. Para cenar hemos vuelto al restaurante Buhara 93, donde comimos ayer y que sigue siendo nuestro favorito de Estambul.

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