A apenas 40 kilómetros de Bogotá (aviso: con el tráfico de allí viene a ser hora y media de coche) se encuentra Zipaquirá, un pueblo muy bonito que es famoso por sus minas de sal y, especialmente, por la Catedral de Sal.
La Catedral de Sal es un recinto escavado a 180 metros de profundidad, dentro de una mina, y que se ha convertido en una de las grandes atracciones turísticas de Colombia.
La visita estándar, con guía, película y show de luces, cuesta 50.000 pesos (unos 16 €) para extranjeros y 28.500 (unos 9 €) para colombianos. Es algo caro, pero a mi me parece que la visita es lo bastante interesante como para justificar el gasto.
La visita guiada lo interna a uno en la mina, por un camino que desciende marcado por el Viacrucis. El guía aprovecha cada una de las estaciones para dar datos interesantes sobre el trabajo en la mina, la construcción de la catedral y la vida en la región. En apenas media hora se llega al punto más bajo del recorrido, donde está la catedral. La catedral consta de tres naves. La nave central tiene unas dimensiones bastante descomunales e impresiona desde todos los rincones.
En este nivel también se encuentran las tiendas de recuerdos, una reproducción de un pueblo paisa y las salas donde se proyecta una película 3D y el espectáculo de luces, ambos muy interesantes.
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