Núremberg, un paseo por la historia

sábado, 24 de agosto de 2013

El viaje de Praga a Núremberg fue bastante bien. Habíamos conocido a Peter por blablacar, era un alemán de origen checo con unos cincuenta años, mucha energía, larga melena blanca y un odio visceral por la sociedad de mercado, que según él convertía a las personas en objetos.
-¡Capitalismo! –gritaba con asco cada vez que veía un anuncio de McDonald's en la carretera.
Le pregunté si era comunista y me miró con tristeza: “Eso tampoco funciona”, dijo.
-¿Cual es la solución entonces? –le pregunté mientras el coche volaba por una autovía alemana.
-El humanismo –contestó.

Llegamos a Núremberg pasadas las diez de la noche. Habíamos quedado con nuestro anfitrión, Daniel, en la estación de tren. Su casa estaba en la otra punta del centro urbano, detrás del castillo, y nos dio un recorrido rápido por la ciudad dormida. El único lugar con vida era una cervecería que estaba en la plaza Beim Tiergärtnertor. Era una plaza pequeña, marcada por la muralla de la ciudad medieval y la casa natal de Alberto Durero. En los adoquines se sentaban grupos de alemanes que charlaban en murmullos y bebían cerveza. Nos sentamos en un hueco, apoyados en nuestras mochilas, para degustar unas jarras de cerveza natural. En la calma del ambiente destacaba la voz chillona de una chica morena y pequeña que hablaba en inglés con sus amigos. Su acento español era inconfundible.

Núremberg

El centro de Núremberg se puede recorrer a pié en un día, si uno no se entretiene demasiado. Daniel nos había marcado en un mapa los puntos más importantes y, dado que no teníamos demasiado tiempo, nos ceñimos al guión, dejando para otra ocasión las visitas al palacio de justicia, donde se llevaron a cabo los famosos juicios a los nazis, y el campo zeppelín, donde se realizaron masivas concentraciones del partido nazi en los años treinta.

castillo imperial de Núremberg Así que nos centramos en la ciudad medieval, perfectamente restaurada tras su aniquilación en la II guerra mundial. El hito más cercano a la casa de Daniel era el castillo imperial, que se eleva sobre la ciudad en una colina desde la que se puede ver toda la zona amurallada y parte de la ciudad moderna. El Sacro Imperio Romano Germánico tuvo su sede aquí durante siglos. Los edificios que lo conforman tenían la típica estructura de casas bávaras, con estructura de piedra y madera, contraventanas pintadas de rojo y blanco y macetas colgando de cada ventana.

castillo imperial de NúrembergNúremberg

En las iglesias góticas de Nuestra Señora y San Lorenzo se mostraban exposiciones con fotografías en blanco y negro del aspecto que presentaba la ciudad durante el nazismo, con grandes pancartas con esvásticas colgando de las fachadas, soldados desfilando y civiles que pasean despreocupados, ignorantes de lo que se les venía encima. En otras fotografías, tomadas al finalizar la guerra, esas mismas calles son montañas de desechos y ruinas en las que apenas se ven pequeños grupos de personas con ropas viejas y sucias que caminan con la cabeza gacha. Un autentico curso de historia y realismo social en imágenes estáticas.

Núrembergla fuente bonita, Núremberg

Carrusel del Matrimonio, Núremberg La llamada “fuente bonita” (s. XIV) era como una torre gótica de estatuas de santos y decoraciones doradas que estaba situada en medio de una plaza, enjaulada por una verja de hierro forjado (que por si misma sería un reclamo turístico) y rodeada de turistas que se sacaban fotos dando vueltas a un anillo engarzado en la verja que da suerte o algo así. Era la fuente más extraña y original que había visto nunca, sin duda. Al menos hasta que llegamos al Carrusel del Matrimonio, la otra fuente famosa de la ciudad. Esta fuente de 1984 es más convencional en su estructura, o sea, que se ve que hay agua corriendo por allí. En su interior grandes estatuas de bronce representaban un poema de un tal Hans Sachs que narra, de forma humorística, las seis fases del matrimonio, con figuras caricaturescas que muestran el amor fogoso de los jóvenes, la rutina, las luchas y finalmente, la muerte mostrada a través de dos viejos esqueléticos que se aprietan el cuello sobre un grandioso lagarto que medio se sale de la fuente. Parece que esta fuente causó mucha controversia en su momento porque salió muy cara y era demasiado atrevida, pero a mi me pareció magnífica.

Zum Gulden Stern, Núremberg Comimos en el Zum Gulden Stern, un lugar que nos había recomendado Daniel. Es el típico restaurante tradicional alemán con una camarera a la que sólo le faltó escupirnos en la cara, era una mujer mayor que supongo que estaría molesta por como habían cambiado las cosas desde que se fundó el local, que según los folletos es el restaurante salchichero más antiguo del mundo entero (se fundó en 1419). Pedimos las salchichas rostbratwurst, que son la especialidad de Núremberg. Son unas salchichas pequeñitas con un sabor intenso que se comen con mostaza y puré de patatas… y con cerveza, claro. Aun sin pedirlo la camarera nos puso pan en la mesa, pero (AVISO) Daniel nos había avisado de que no es “cortesía de la casa”, sino que si lo tocas te lo cobran. Así que allí se quedó.

 

Regresando a casa de Daniel a por nuestros equipajes cruzamos el río Pegnitz, que pasa por la ciudad de Este a Oeste, por un conjunto de puentes cubiertos. Los puentes, la pequeña isla con sauces y cipreses y las casas de piedra y madera hacen que este sea posiblemente el rincón más bonito de Núremberg. Que es una ciudad que ofrece mucho más de lo que yo esperaba.

Núremberg

Nota: escrito y publicado el 20 de Noviembre de 2013, en base a notas tomadas sobre el terreno.

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