Fin de semana loco en Renania del Norte-Westfalia

domingo, 25 de agosto de 2013

catedral de ColoniaNo teníamos gran cosa planificada. Tan solo el transporte, con un chaval al que habíamos contactado a través de blablacar. Hicimos el viaje desde Nuremberg sin problemas y llegamos a Colonia al atardecer. Nos paseamos por los alrededores de la estación (y la impresionante catedral, que está al lado) en busca de alojamiento para la noche, sin éxito. Ese fin de semana se celebraba el game-con (una convención de videojuegos que por lo visto es muy importante) y multitudes de adolescentes con acné y trajes de elfos, magos y personajes manga habían ocupado hasta el último catre de la ciudad y amenazaban también con acabar con las reservas de BigMacs del McDonald’s. Por fortuna en un hostal la amable recepcionista, supongo que alegrándose de hablar por un rato con adultos, nos permitió usar los ordenadores que tenían en la entrada para buscar alojamiento. En tres minutos dimos Colonia por perdida (lo poco que había disponible era demasiado caro) y comenzamos a buscar por los alrededores. No di crédito a mis ojos cuando vi que en Dusseldorf, que es la ciudad más cercana, se ofrecía una habitación doble por menos de cincuenta euros… ¡en un hotel de cuatro estrellas!

ColoniaColonia

Así que para Dusseldorf nos fuimos… para las afueras de Dusseldorf, para ser más precisos. Tuvimos que coger un tren, metro, un autobús y llegamos al fastuoso (al menos nos lo pareció) Hotel Lindner Congress pasadas las doce de la noche. En recepción nos indicaron que por falta de habitaciones tendrían que darnos una de tipo First Class… sin sobrecoste, por supuesto. No protestamos nada de nada.

DusseldorfEl sábado se levantó nublado y hacía frío. La experiencia del día anterior nos había quitado las ganas de volver a Colonia, además ya habíamos pasado por la catedral, que presuntamente es lo único que merece la pena allí. Y, por si eso fuera poco, una segunda noche en el hotel nos costaría lo mismo que la primera… y en la misma habitación. Así que nos quedamos en Dusseldorf, que es la capital del estado y tiene un con un centro histórico peatonal que debe ser muy agradable cuando no llueve. Aunque los locales bebían cervezas en las terrazas como si brillara un sol espléndido, igual que cuando están de vacaciones en cualquier localidad costera española. Paseamos por la explanada que da al grandioso río Rin bajo los paraguas, nos comimos unas trencitas de chocolate y sacamos fotos en una jornada de poca enjundia.

DusseldorfDusseldorfDusseldorfDusseldorf

nadie me lleva a Colonia El domingo nos fuimos al aeropuerto de Dormund, donde Juliana cogería un vuelo a Barcelona. Una vez el avión hubo salido me puse en marcha para regresar a Colonia, donde había quedado con un chaval que me llevaría a Bruselas, mi destino final del día. Traté de hacer auto-stop con tan poco éxito que seguía allí plantado cuando me llegó un SMS de Juliana donde decía que ya había llegado a Barcelona. Era el momento de ir a la estación de tren y pagar el precio en oro*.


Llegué a Colonia con tiempo de entrar en la catedral, que es realmente impresionante, y dar una vuelta por los alrededores, cargado con las dos mochilas, para asegurarme y convencerme de que realmente no hay mucho más que ver allí.
El viaje a Bruselas, ya de noche, tampoco tuvo mucha chicha. Y lo que vi en la capital belga lo dejo para el próximo capítulo.

*Ya sabéis, en contraposición al precio en hierro que pretendía pagar, a lo Greyjoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario