Excursión a Trakai

miércoles, 8 de agosto de 2012

Trakai es una población cercana a Vilna (28 Km.) famosa por su castillo, sus lagos y bosques y porque allí viven la mayoría de los últimos caraítas, una corriente religiosa judaica. Los caraítas fueron traídos a Lituania en el siglo XV desde Crimea, aunque originariamente proceden de Bagdad. Tienen una lengua propia, de origen turco, que está condenada a la extinción, ya que apenas quedan 100 personas que la hablan.

Trakai

Trakai El plan de hoy era visitar este lugar, y, como el día ha amanecido soleado, eso he hecho. Para ir he cogido el tren de las 10:30. He llegado muy justo de tiempo a la estación y he subido sin billete, comprarlo en el tren conlleva una penalización de 5 Litas en el precio, dejándolo en 11,20 Litas (unos 3,30 €). La estación de tren está en el extremo Sur del pueblo, que es alargado con una orientación Norte-Sur. Los lagos Totoriskiu (al Oeste) y Luka (al Este) son visibles casi todo el tiempo entre las casas. El castillo y la parte turística se encuentran en el extremo Norte, hay un buen paseo de un sitio a otro. En una colina de la parte septentrional se encuentran las ruinas del “castillo de la península”, Trakai del siglo XIV, que nadie se ha tomado la molestia en restaurar. Todo lo contrario que el “castillo de la isla”. Este se encuentra en una isla del lago Galvé, al Norte del pueblo, y probablemente data del siglo XV, aunque lo que hay ahora es una reconstrucción que da el pego bastante bien y hace que hordas de turistas acudan a este lugar a verlo. La verdad es que la estampa es sublime, el ladrillo rojo en contraste con el azul del lago, el verde de los bosques y un cielo que pasa de azul a diversas tonalidades de gris en cuestión de minutos es bastante impresionante. Al castillo se llega cruzando un par de puentes de madera. Uno para llegar a una isla previa y el segundo para llegar a la propia isla del castillo. Yo estaba más interesado en la naturaleza, así que he echado un vistazo al patio de armas y he declinado la oportunidad de visitar las exposiciones interiores en favor de rodear el castillo completamente por el exterior.

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Trakai He regresado al pueblo y me he comido un excelente kibinas, una especie de empanada rellena de cordero que es lo típico de aquí. Lo sirven en todos los restaurantes y también lo venden en puestos callejeros. También lo hay de pollo, cerdo o ternera, pero el de cordero es el genuino, auténtico, único y original. He andado y desandado kilómetros de caminos en busca de alguna senda forestal, sin demasiado éxito. Mientras tanto el tiempo seguía a lo suyo, ahora se nubla, llueve y hace frio, ahora hace viento, ahora sale el sol y hace un calor espantoso… Solo he encontrado un par de caminos interesantes que terminaban abruptamente en zonas valladas con pequeños muelles o viviendas privadas. La verdad es que la señalización es muy mejorable, porque estoy seguro de que hay recorridos muy interesantes que hacer por aquí. Trakai

A eso de las tres he emprendido el camino de vuelta a la estación y he parado en el clásico bar hecho polvo que todo pueblo que se precie debe tener, con sus borrachos y su camarera con cara de aburrida sentada en un taburete en la esquina. Me he tomado un zumo rechazando los intentos de ligarme del borracho de al lado que pretendía ganarse mi confianza invitándome a un cigarrillo. Lo normal en un sitio así.

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Y eso es todo sobre Trakai, para volver a Vilna he cogido el autobús, que pasa con mucha más frecuencia que el tren (1,75€).

Por la tarde-noche hemos tenido visita. Tres amigas de Armin y Dalius han venido a cenar. Yo he preparado mi famosa tortilla de calabacín, esta vez con paprika, ese pimiento verde-blancoso que se estila tanto en esta parte de Europa, porque una de las chicas es alérgica a la cebolla (Curioso, si). Dalius ha preparado saltibarsciai, una sopa fría típica de Lituania hecha de remolacha y pepino. Exquisita, oiga.

Como curiosidad quiero contar que después de cenar hemos estado viendo la llegada al aeropuerto de Vilna de Ruta Meilutyte, una nadadora de 15 años que ha ganado la medalla de oro en los 100 metros braza. La retransmisión la ha seguido desde allí hasta un escenario dispuesto para la ocasión en la plaza del ayuntamiento. Allí se han sucedido una serie de lamentables escenas con incontables (y bastante lamentables también) interludios musicales. La familia de la niña, los compañeros del colegio, entrenadores… Una especie de “sorpresa, sorpresa” con banderas lituanas.

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