El tiempo está loco en Vilna

martes, 7 de agosto de 2012

aeropuerto de Vilna El día ha comenzado oficialmente sobrevolando el centro de Europa, el piloto del avión nos ha ido indicando por el camino los lugares que sobrevolábamos. Como estaba en el pasillo no he podido ver nada, pero parece que hemos pasado sobre Milán, Múnich, Praga, Breslavia y Varsovia. A la 1:53 hemos aterrizado y mágicamente hemos perdido una hora y ya eran las 2:53, cosas de los husos horarios. En el aeropuerto me esperaban mis anfitriones, Dalius y Armin, que han sido tan amables de cortar su noche en dos partes para que yo no durmiera en el aeropuerto esperando el primer autobús de la mañana. Me han llevado a su casa, donde sus dos gatos me han dado una más que indiferente bienvenida y el sofá estaba ya preparado. Hemos charlado un rato y a dormir en seguida, que esta gente trabaja.

río Neris, Vilna A las 9:30 he sido despertado por un ruido que todo turista teme. La lluvia caía con intensidad sobre la ciudad. El cielo, negro como boca de lobo, no hacía pensar que las condiciones fueran a mejorar pronto. He desayunado con Dalius, que trabaja en casa, pausadamente, charlando, sin prisas. A eso de las 12 parecía que la lluvia amainaba y me he puesto en marcha, con mi chubasquero azul marino y mi paraguas amarillo. Todo un espectáculo.

 

Catedral de Vilna En principio iba a la Galería Nacional, que está relativamente cerca, pero como no llovía mucho me he animado y he caminado hasta el centro histórico, que está a una media hora de camino. Entre que llovía más fuerte de lo que parecía y que los conductores juegan a “salpicar al peatón” he llegado al centro con los pies empapados. Me he metido en la catedral para verla y, lo confieso, a secarme un poco. Al salir apenas chispeaba. He cogido la calle principal, Pilies Gatve (La calle del Castillo) hacia el Sur y he entrado a ver la Galería del Ámbar, en una calle cercana a Pilies. En esta zona el Ámbar es ubicuo, al poseer Lituania (junto con los vecinos Letonia y Kaliningrado) algunos de los yacimientos más importantes del mundo de este material orgánico. En el sótano de la galería se pueden ver ruinas semi-escavadas de la antigua ciudad y muchas piezas de ámbar de diferentes tipos y colores. En la planta principal está la tienda en la que también hay piezas, talladas, tan interesantes como carísimas.

Galería del Ámbar, VilnaGalería del Ámbar, Vilna

Vilna Al salir de la galería el tiempo había mejorado ostensiblemente, seguía nublado, pero estaba mucho menos oscuro y, lo más importante, no llovía. Con el espíritu bastante más alegre y las zapatillas aun chapoteando he seguido paseando por la ciudad vieja. Aquí hay una cantidad impresionante de iglesias, todas ellas barrocas, edificios antiguos de dos o tres pisos y calles empedradas semi-peatonales por las que cuando sale el sol es una delicia pasear. Cuando me he querido dar cuenta estaba saliendo de la ciudad vieja por la Puerta del Amanecer, en el extremo sur o, de otro modo, al otro lado de donde había empezado. He salido por la puerta y he seguido el exterior del que creo que es el único trozo de muralla que sigue en pie hacia el Este hasta llegar al rio Vilnia, que da nombre a la ciudad y en realidad es más bien un riachuelo grande que desemboca en el río Neris (Que es un río de verdad). Al cruzar el Vilnia el turista se encuentra, de golpe y porrazo, en la República de Užupis, una nación de bohemios y artistas con 7000 habitantes que proclamó su independencia en 2000. República de Užupis, Vilna En un muro se puede leer su constitución, escrita en 14 idiomas distintos, que tiene 41 puntos. El primero dice: “Todos tienen derecho a vivir cerca del río Vilnia, y el río Vilnia tiene derecho a fluir por todos”. Luego hay cosas sobre gatos, perros, felicidad, eternidad y demás… en la galería hay una foto en la que se pueden leer todos los artículos bastante bien en inglés. No existe traducción al castellano. Cuando he vuelto a Lituania el centro estaba infestado de otros turistas. El sol brillaba con fuerza y parece que eso anima a la gente a salir a la calle. He regresado hasta la catedral y, como me veía con fuerzas, he subido andando hasta el “Castillo Alto”, que esta en una colina justo detrás de la catedral. En realidad debería llamarse “La Torre Alta” ya que solo queda esto en pie. El caso es que he subido, he sacado unas fotos y, en cuando he encendido un cigarrillo,  ha empezado a llover. No era una lluvia fuerte, pero no quería bajar la empinada y empedrada cuesta por la que había subido con agua. Así que he bajado rápidamente. Eran las 4 de la tarde y cada vez llovía más, así que he pensado que ya era hora de retirarse. He cruzado el río Neris (ya sabéis, el de verdad) de regreso por el puente Verde, que -dicen- es el único puente con estatuas de todo el país. A pesar de ser soviéticas, después de la independencia decidieron que merecía la pena dejarlas en su sitio. Entre el río y la casa de mis anfitriones ha caído un diluvio tan espectacular como pasajero que ha vuelto a empaparme los pies.VilnaVilnaVilnaVilna

Cuando Armin ha vuelto del trabajo me han llevado a cenar a un lugar céntrico de comida típica lleno de turistas (españoles, españoles por todas partes) y locales a partes iguales. Hemos pedido varios platos tradicionales para compartir y he quedado bastante impresionado con el Cepelinai, una masa de patata rellena de carne. Ensaladas variadas con arenques marinados, oreja de cerdo… todo bastante bueno. He pedido Gira, un bebida típica hecha de pan (¿?) y se la ha tenido que beber Dalius. Creo que hay que ser lituano para apreciar este brebaje.

Vilna

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