Roma en solitario

lunes, 15 de septiembre de 2008
No sé si lo he dicho ya, pero la finalidad de este viaje era estar presente en la boda de mi amiga Marta Teixido. Dicha celebración no acontecería hasta el Jueves, y el resto de amigos no llegarían hasta el Miércoles (ya hablaré de todo eso con más detalle cuando llegue el momento). Pero yo decidí llegar el Lunes para tener unos días de turismo tranquilo y poder recorrer la ciudad a mi antojo.
montaje de la fontana di Trevi Para empezar, el lunes por la tarde, después de desembarcar en el hostal me di una vuelta de reconocimiento hasta el Coliseo para ir haciendo hambre para la cena. Ya de noche fui a ver la Fontana di Trevi con la absurda esperanza de que no estuviera llena de turistas... pero había casi más gente que durante el día. Eran las diez y media y debe ser que todo el mundo se va a echar una monedita allí después de cenar. Si vuelvo a Roma algún día prometo ir a verla a las 3 de la mañana, a ver si así se puede disfrutar con cierta tranquilidad de este fantástico rincón. La fuente del Tritón estaba más tranquila, pero la iluminación es tan débil que apenas se ve nada, una pena. Interesante también el cruce de la Via delle Quattro Fontane con la Via del quirinale, donde hay cuatro fuentes insertadas en las esquinas de los cuatro edificios que conforman el cruce.  Y con eso acabó el Lunes.
óculo del panteón El Martes me levanté temprano para ver el Panteón lo más vacío posible. Llegué allí a las nueve y cuarto y ya había gente, pero no demasiada, así que pude disfrutarlo con cierta tranquilidad. Al salir de tan sobrecogedor edificio me perdí un rato por el barrio judío. Y pasando el Portico d'Ottavia llegué a la orilla del Tiber a la altura del la isla Tiberina. Saqué unas fotos al puente Fabricio, que apenas lleva 2070 años ahí puesto, y seguí camino hacia la plaza del Campidoglio. Todos conocemos esta plaza por el reverso de la moneda italiana de 50 céntimos, que representa el diseño del suelo y la estatua de Marco Aurelio que se encuentra en su centro y que es la única estatua de bronce que se preserva desde los tiempos romanos (aunque es una réplica, la original está en un museo que hay en la misma plaza, donde está más resguardada de la polución y los reveses meteorológicos).
foro Bajando de la plaza por  el lado este se llega directamente al afamado Foro Romano. Decidí que merecía la pena pagar los 11 euros de la entrada conjunta (Foro, Palatino y Coliseo) y comencé a recorrer toda la extensión de estas ruinas. La verdad es que la parte del Foro es un poco decepcionante, apenas si quedan unas columnas en pie y el resto no son más que piedras, o trozos de piedras, tirados en el suelo. Además desde fuera (desde la bajada de la plaza del Campidoglio) se aprecia todo bastante mejor que desde a nivel de suelo. El palatino tiene más cosas de interés, como un pequeño museo con piezas encontradas por la zona, frescos en la casa de Augusto, el "estadio" y unas vistas muy buenas sobre el famoso Circo Máximo, del que apenas queda nada en pie. A todo esto ya era medio día y el astro sol no daba tregua, menos mal que allí hay fuentes en cada esquina y uno puede remojarse un poco de vez en cuando. Ya pasada la una entré en el Coliseo, lo típico, vamos.
mi olivo A eso de las dos y media me comí un trozo de calzone de espinacas en un barecillo un poco alejado de la zona turística (una forma tan buena como cualquier otra de ahorrarse unos eurillos). Tras la comida me acerqué al parque donde se halla la Domus Aurea, el palacio de Nerón, buscando un lugar donde descansar un rato. Y bajo un olivo me eché una pequeña siesta... apenas una hora.  Luego me tomé un capuccino en un café de la Via Merulana donde un viejecillo se paro a hablar conmigo a colación de mi libretilla de notas y me estuvo dando la chapa con lo malo que es todo el mundo, especialmente Berlusconi :-) 
Después de un rato de descanso, ducha y cena en el hostal me fui un bar donde habían quedado los couchsurfers de Romcolumna de Marco Aurelioa, pero llegué una hora tarde  y no vi ninguna cara que me sonara (había visto fotos de algunos de ellos en la web) así que di por terminado el día y me fui al hostal a dormir. Para volver cogí un autobús en el que el conductor me informo de que el billete hay que comprarlo en un estanco o quiosco antes de subirse, cómo no lo había hecho y el tío ya estaba en marcha cuando logré enterarme del sistema hice el viaje de gorra.
Mañana más.

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