El Festival de las Flores de Chiang Mai

Como dije ayer, estamos en Chiang Mai. Cuando pasé por aquí hace seis años, me hospedé en casa de una estadounidense. Aunque esta vez no estoy solo, Lucy ha tenido la deferencia de invitarnos a Juliana y a mi a quedarnos en su casa y hacerla servir de base de operaciones durante tres días.

El primer día llegamos a media tarde y apenas tuvimos tiempo de pasar un rato con Lucy y recorrer un par de templos antes de ir a cenar al súper-popular y súper-turístico bazar nocturno de Chiang Mai.

El segundo día hicimos una excursión por el campo que ya conté en la entrada de ayer. Lo podéis ver aquí.

Por esas casualidades de la vida nuestra estancia en Chiang Mai ha coincidido con el Chiang Mai Flower Festival o, como le dicen aquí, el มหกรรมไม้ดอกไม้ประดับจังหวัดเชียงใหม่. Esta mañana, también por casualidad, nos hemos topado con el desfile del festival, con las misses, las representaciones de diferentes etnias de la región, las carrozas de flores y las bandas de música. Por supuesto, no faltaban los turistas estorbando el paso de los desfilantes para sacar primeros planos de todo.

Una vez visto el desfile nos hemos ido a que nos dieran un tradicional masaje tailandés y a pasear por mercados locales, con sus olores, sus sabores y sus colores tan intensos y exóticos (para nosotros, claro). Tan intensos eran que Juliana se ha indispuesto y hemos tenido que regresar a casa de Lucy sin poder subir a Wat Phra That Doi Suthep, que es un templo en lo alto de una colina desde la que se ve toda la ciudad, como el Tibidabo de aquí. Así son los viajes, a veces hay que cortar un poco para poder seguir adelante.

Hablando de cortar: también hemos decidido no hacer el curso de iniciación a la meditación Vipassana que pensábamos empezar mañana. Estos cursos tienen una duración mínima de 10 días y se hacen en muchos templos de la zona. Nosotros queríamos quedarnos entre 2 y 4 días aquí antes de seguir camino, pero creemos que uno no puede entrar a meditar pensando en que no va a hacer el curso entero y, seguramente, masticando lo que queda de viaje en la cabeza. Así que en lugar de meditar vamos a seguir viaje hacia Chiang Kong, en la frontera con Laos. Alguno podría decir que nos hemos hecho caquita…