Cartagena de Indias (I)

sábado, 13 de diciembre de 2014

El avión aterrizó a las 23 horas del día 11 de diciembre en el aeropuerto internacional de Cartagena. Es un aeropuerto pequeño en el que uno se baja del avión a la pista y tiene que caminar hasta la terminal. Nada más asomarme a la puerta del avión, una bofetada de calor húmedo me hizo dar un paso atrás. Varios pensamientos me cruzaron la cabeza en ese instante: «¡Pero que es casi medianoche!», «¿Cómo será esto de día?», y, lo más alarmante, «¿Cómo vamos a caminar por las calles de la ciudad con este calor?».

Cartagena de IndiasDormimos en una habitación precaria y relativamente barata de la que lo mejor que se puede decir es que tiene aire acondicionado. Está en uno de los centenares (quizás exagero aquí, pero lo parece) de hoteles del barrio de Getsemaní. Es un barrio colonial de segunda categoría que queda a un paso escaso de la ciudad amurallada. En Getsemaní abundan los alojamientos de precio medio-bajo, puestos callejeros de comida y zumos y bares de copas. Es decir, es el autentico gueto mochilero de Cartagena, aunque con eso y todo es más elegante que otros lugares similares en otras partes del mundo.

Por la mañana temprano salimos a pasear por la ciudad amurallada. El calor no es tan intenso como esperaba, en realidad aquí la diferencia de temperatura entre el día y la noche no es demasiado grande, así que si uno va buscando la sombra y camina despacio se puede pasear sin sufrir demasiado.

Cartagena de IndiasCartagena de Indias

Atravesamos el Parque del Centenario y cruzamos la muralla por debajo de la famosa Torre del Reloj. Nos recibe Pedro de Heredia, que fundó la ciudad hace ya casi quinientos años, desde un pedestal que preside la Plaza de los Coches. Esta es la única plaza de la ciudad amurallada en la que hay edificios modernos que la deslucen bastante, pero en cuanto uno entra en las callejuelas sombreadas y coloridas aparece la magia de la ciudad. Hay que abrirse paso por entre los turistas y los vendedores que te ofrecen chicles, zumos naturales, agua, cerveza o camisetas para pasar las primeras manzanas, pero merece la pena. A medida que uno se interna en la ciudad el flujo de gente disminuye y la belleza de las casas aumenta. Y ahí quedan las fotos para demostrarlo.

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Museo del Oro de Cartagena de IndiasEl Museo del Oro es una visita muy recomendable. Se encuentra en la Plaza de Bolívar, frente al Palacio de la Inquisición, y la entrada es gratuita. Tiene varias exposiciones con información bastante completa sobre las culturas precolombinas que habitaban la zona, sobre todo de los Zenú, en las diferentes salas se muestran piezas de cerámica, hueso y, las más interesantes, de oro. Tiene una sala donde se proyectan vídeos cortos en los que se explica como se moldeaban las piezas de oro usando moldes de cera y barro. Es, en definitiva, un buen lugar para aprender sobre el pasado de las llanuras colombianas y donde resguardarse durante un rato del sol tropical del mediodía, y además la entrada es gratuita.

Museo del Oro de Cartagena de IndiasMuseo del Oro de Cartagena de Indias

Otra actividad ineludible es el paseo por algún tramo de la muralla, de ser posible la que da al mar Caribe. Se puede caminar por lo alto en todo el perímetro, aunque en algunos tramos hay que ser cuidadoso, porque el paso es estrecho y el firme irregular. Nosotros hicimos un primer intento a eso de las once de la mañana y aguantamos menos de diez minutos; el sol pegaba duro. Pero regresamos al atardecer y la brisa marina nos permitió recorrer un tramo bastante largo disfrutando de las vistas del mar a un lado y de la ciudad al otro. Y esto también es gratis.

Muralla de Cartagena de IndiasMuralla de Cartagena de Indias

Cartagena de IndiasPara almorzar dentro de la ciudad amurallada la mayor parte de las opciones son “para turistas”, pero aquí también viven y trabajan locales, así que no es difícil encontrar casas de comidas con almuerzos económicos. Nosotros encontramos un menú ejecutivo que consistía en sopa de pescado, mojarra frita con arroz, ensalada y plátano y jugo natural. Todo ello por menos de cuatro euros (la mojarra es un pescado de roca con muchas espinas que a mi me supo como a salmonete).

 

Y después de almorzar lo mejor es regresar al hotel a echar una siesta para recuperar fuerzas y disfrutar de la iluminación y animación nocturna de la ciudad.

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