No cabe duda de que las fiestas de Gràcia están entre las más populares de la ciudad de Barcelona, seguramente solo superadas por las de la Mercé o por la animadísima noche de San Juan. Estas fiestas de barrio, que se celebran cada año a mediados de Agosto, atraen a ciudadanos de toda la ciudad y a muchos visitantes de fuera por su animación, conciertos y por su buen ambiente.
Pero sobre todo, estas fiestas se diferencian de otras celebraciones por dos cosas.
La primera es el concurso de decoración de calles, que hace que las asociaciones de cada calle se esfuercen durante todo el año en diseñar y preparar unas espectaculares decoraciones temáticas que hacen que pasear por el barrio en estos días sea como caminar por un Disneylandia casero y muy, muy vecinal. Y esto engancha con la segunda diferencia:
Aquí no hay ayuda exterior, no hay profesionalidad y no hay subvenciones millonarias. Lo que sí hay es mucha dedicación y trabajo por parte de los vecinos. Los miembros de las asociaciones pasan meses pensando en la decoración de sus calles y recogiendo material reciclable para llevarla a cabo. Durante los días previos al comienzo de las fiestas se corta el tráfico en casi medio barrio y estos vecinos se lanzan al asfalto a pintar, recortar, colgar guirnaldas, levantar árboles de gomaespuma, construir casas de cartones de huevos y ultimar todos los detalles para que su calle sea el orgullo del vecindario. Tienen que trabajar a contra reloj, bajo el duro calor estival de las calles de Barcelona, para que el día en que se inauguren las fiestas cada una de estas calles sea un pasadizo que nos traslade a mundos de fantasía.
Esta entrada va por todos los voluntarios que hacen posible que las calles de Gràcia nos alegren la vida cada verano.
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