La revuelta de las quintas

Corre el mes de Abril de 1870. El gobierno de Serrano (bueno, en realidad el que mandaba allí era Prim, pero el presi era Serrano). Decía que el gobierno decide mantener el servicio militar por quintas un año más. Una de las promesas hechas en la revolución era suprimir este odiado sistema que consiste en hacer un sorteo por el que se alista a un mozo de cada cinco y en el que la redención en metálico hace que al final solo los más pobres cumplan con el servicio. La derrota en Cuba el año pasado y el olor a carlista cabreado que llega desde las Vascongadas son los motivos de que el gobierno se atreva a tomar medida tan cabrona, perdón, quería decir impopular. También por estos motivos se hace un especial hincapié en la obligatoriedad del asunto. No es plan de tener un ejército cojo que facilite el camino hacia Madrid a Carlos VII, el esloveno loco.

Una vez hecha la introducción histórica -que me ha llevado toda una tarde de profusa investigación internetera- nos metemos en harina. El día 4 -recordad que estamos en Abril de 1870- la campana de la torre del reloj de la Plaza de Oriente (en 2010, Plaza de la Villa de Gracia) comienza a sonar para alertar a los vecinos de que las tropas vienen a por los mozos.  Desde el Paseo de Gracia el ejercito bombardea con la intención de tirar  abajo la campana y así evitar el peligro de levantamiento popular que tal llamada representa. Tan solo logran agrietarla. Durante varios días, con el resquebrajado repiqueteo de la campana como música de fondo, la gente del pueblo -recordemos que Gracia no será parte de Barcelona hasta dentro de 27 años- se dedica a levantar barricadas en las calles mientras el ejército bombardea a un enemigo invisible, y que luego resulto ser casi inexistente.  Don Eugenio de Gaminde y Lafont, Capitán General de Cataluña, cree que el sistema de fortificación lo está desarrollando un ingeniero inglés y que un ejercito de 2000 carlistas se apresta a la batalla en el interior del pueblo. Es por ello que la toma de la Villa de Gracia se coordina, el día 8, desde cuatro puntos distintos, entrando las tropas por las calles Gran de Gràcia, Torrent de l'Olla, Septimània y Travessera de Gràcia. La toma de las barricadas, vacías, resulta más fácil de lo esperado, ya que no son sino unos sesenta mozos mal armados los que defienden el lugar. Pero los soldados, mosqueados por los tiros que, de forma aleatoria y desorganizada, se les lanzan desde ventanas y tejados, se dedican a saquear las casas y a detener a vecinos que nada tienen que ver en la refriega… o, al menos, eso dicen ellos. 200 personas acaban en los calabozos militares, pero casi todos salen libres a los pocos días. La escaramuza se salda con 27 muertos.

Desde hace unos años –volvemos al presente- este episodio se conmemora con una representación en la Plaza de la Villa de Gracia, que este año ha sido llevada a cabo por grupos de Trabuqueros de Sant Andreu del Palomar, Santa Coloma de Gramanet y Rubí. Y, yo, vuestro humilde cronista de la cotidianeidad, he estado allí para verlo, documentarlo, y hacerlo público. Espero que os guste.

NOTA: investigando sobre el tema para escribir esta entrada me ha pasado una cosa curiosa. Durante un rato he estado convencido de que Carlos III reinó durante esta época. Cuando en realidad lo había hecho exactamente 100 años antes. El motivo es que esta revuelta que se ha conmemorado hoy no es la primera revuelta de las quintas, ni la última. Pero la que me ha confundido es una que se produjo en Barcelona el 4 de Mayo de 1773. En ella unos mozos se subieron al campanario de la catedral y parece ser que alarmaron bastante a la población. La sangre no llegó al rio en esa ocasión, pero hay información bastante profusa sobre ello en internet y me he liado bastante durante un rato.